El colecho

Recordemos como ya nos decía Nils Bergman que el contacto físico y emocional es una necesidad básica. ara este reputado neonatólogo, conocido sobre todo por aportar las bases científicas del “método canguro”, “tras nacer, un bebé no necesita nada de sus padres, excepto a sus padres, su presencia”.



Los despertares nocturnos de los bebés, son una conducta de apego, destinada a la supervivencia, son instintivas, y carecen de intencionalidad. 

No podemos enseñar a dormir a los niños y las niñas, el sueño es un proceso evolutivo que necesita como cualquier hito en el desarrollo, de su propia maduración, en este sentido los despertares nocturnos de nuestros hijos e hijas, serían considerados normales. Cualquier método que suponga ignorar estas conductas de apego, podría crear situaciones de indefensión aprendida y un estrés innecesario en los más pequeños y pequeñas. El bebé no aprende en realidad a dormirse, aprende a resignarse, ya que, aunque llore, nadie va a acudir. 

Recordemos como ya nos decía Nils Bergman que el contacto físico y emocional es una necesidad básica. ara este reputado neonatólogo, conocido sobre todo por aportar las bases científicas del “método canguro”, “tras nacer, un bebé no necesita nada de sus padres, excepto a sus padres, su presencia”.

El sueño infantil, va cambiando con la edad, modificando el patrón de sueño, apareciendo otros fenómenos, que pueden interferir en el mismo, como por ejemplo las crisis de lactancia, la ansiedad por separación en torno a los ocho meses, los terrores nocturnos y las pesadillas, alrededor de los dos años, cualquier avance cognitivo que nuestro peque esté perfeccionando (como el gateo o comenzar a hablar), etc. No es hasta los tres años, cuando comienzan la gran mayoría de niños y niñas a tener menos despertares nocturnos y hacía los cinco años su sueño podríamos decir, ya se asemeja bastante al nuestro. Por supuesto todas estas edades comentadas, serán aproximadas, dependiendo del ritmo individual de cada niño o niña.

De cara a todo lo anteriormente comentado, prácticas como el colecho, llegan a favorecer la progresiva adquisición de este patrón de sueño más adulto, sincronizando la respiración, la temperatura, frecuencia cardiaca, etc con la de la madre. Ayuda además a mantener también la lactancia materna, la cual contiene triptófano, facilitando también de esta manera al sueño.

¿Pero qué es en realidad el colecho?:

La palabra “colecho” aún no está recogida por el diccionario de la Real Academia Española. El término puede ser entendido como “compartir lecho para dormir”. Al lado de este término estaría la palabra “colechar”, entendida como el verbo que define que los niños y niñas duerman en la cama de los adultos. Recordemos que antiguamente no existían las cunas. 

Es un tema muy debatido, y entre los y las profesionales de la salud infantil nos podemos encontrar todo tipo de opiniones, siendo una opción muy personal de cada familia, la cual ha de valorar todas sus necesidades y tomar una decisión en este sentido.

 

Veamos algunas ideas con respecto al colecho. Algunas pueden considerarse incluso grandes mitos del mismo:

  • Disminuye el riesgo de muerte súbita. Verdadero. Esto se debe entre otras cosas, porque al estar en contacto el bebé y su madre, sincronizan su estabilidad respiratoria, la oxigenación y la termorregulación. 
  • El colecho se relaciona con una mayor prevalencia de trastornos del sueño. Falso. Como hemos comentado anteriormente, es absolutamente normal y esperable que un bebé despierte varias veces en la noche no podemos hablar por tanto de trastorno. 
  • Facilita la lactancia materna. Verdadero. Es cierto que tiene este beneficio sobre lactancia materna, al estar en la misma cama que el bebé o tenerlo en una cuna al lado, la lactancia se hace más fácil, pudiendo de este modo podría durar más tiempo
  • Interfiere en la relación afectivo sexual de la pareja. Falso. El tener hijos e hijas en sí, ya supone cambios para la pareja, duerman o no en la misma cama. 
  • Hace disminuir la independencia y autonomía del niño o la niña. Falso, cuando son bebés necesitan ese contacto. No hay ninguna evidencia científica que respalde que el niño o la niña por el hecho de dormir solo o sola, el día de mañana va a ser más autónomo/ a.

Podemos destacar dos tipos de colecho, el intencional (la familia decide que así sea), y el reactivo.

Comentemos un poco más este último. El colecho reactivo, es aquel que no es elegido inicialmente como una opción, si no que surge debido a la búsqueda de solución a una determinada situación. 

 

En cualquier caso, sea el colecho del tipo que sea, es importante destacar la importancia de mantener unas medidas de seguridad adecuadas, tales como: 

 

  • La superficie en la que duerma el bebé debe ser firme, sin almohadas, cojines o muñecos que puedan asfixiarle.
  • No fumar en la habitación.
  • Es preferible usar sábanas y mantas en lugar de colchas o edredones de plumas.
  • En caso de que duerma en la cuna de colecho, el colchón debe estar bien encajado dentro de la cuna. La cuna debe quedar a la misma altura que la cama familiar y si lo hace en nuestra cama el colchón debe estar tocando la pared para evitar que queden espacios donde el bebé pueda quedar atrapado.
  • La temperatura de la habitación debe ser adecuada. Hay que evitar que esté demasiado caliente y evitar también abrigar demasiado al bebé.
  • Las primeras semanas de vida del bebé es preferible que el éste duerma entre la pared, en lugar de entre el padre y la madre. 
  • Cuando el bebé haya crecido y sea capaz de girarse o moverse por la cama es conveniente poner barreras alrededor de su zona para evitar que caiga de la cama. El espacio entre la barrera y el colchón debe ser mínimo para que el bebé no pueda quedar atrapado.

 

Siempre que la familia decide practicar o no el colecho hay varios factores que pueden influir, como lo son la cultura, los modelos de crianza que tienen los padres y los estudios científicos que existan al respecto.

 

Por experiencia propia, soy defensora del colecho, pero es una opción por supuesto muy personal, no hace falta entrar en ningún tipo de justificación, la última palabra la tenéis vosotros y vosotras como familia, valorando necesidades y siempre en base a vuestro propio bienestar conjunto.

 

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