El miedo a hacer daño a mi bebé

Una de estas vivencias silenciadas es la “fobia de impulsión”, no es exclusiva de la maternidad, se caracteriza por el miedo a poder hacerle daño a alguien o a una misma. Miedo a perder el control, a volverse loca, pensamientos irracionales intrusivos que generan mucho malestar.

La maternidad siempre ha sido un ámbito plagado de silencios, silencios que perpetuaban el dolor de muchas mujeres que vivían experiencias que no compartían y que les hacían sentirse culpables y diferentes. Por eso es tan importante dar voz a todas aquellas vivencias silenciadas.  

Una de estas vivencias silenciadas es la “fobia de impulsión”, no es exclusiva de la maternidad, se caracteriza por el miedo a poder hacerle daño a alguien o a una misma. Miedo a perder el control, a volverse loca, pensamientos irracionales intrusivos que generan mucho malestar. No son miedos relacionados con el bienestar del recién nacido, sino que la madre cree que puede llegar a perder el control de sí misma y ser la que le cause un daño intencionado. La percepción de peligro proviene de una misma.

La madre es consciente de que es un pensamiento irracional y carente de sentido y sabe que realmente no lo va a cometer, pero este pensamiento es tan intrusivo y rumiativo que le hace experimentar una ansiedad muy intensa, que trata de aliviar realizando ciertos rituales o comportamientos compulsivos, perpetuándose esta espiral obsesiva.

Diferenciemos el miedo a perder el control y volverse loca, del miedo como emoción adaptativa que nos prepara para la supervivencia. El miedo es necesario para darnos cuenta de que algo peligroso está comprometiendo nuestra supervivencia y nos prepara para huir. Ejemplo de miedo adaptativo: tengo miedo a bañar a mi bebé y que pueda tragar agua. Con este mismo ejemplo, sería fobia de impulsión si bañando a mi bebé tuviera miedo de ser yo la que lo ahogara. En el primer caso sería miedo a tener un accidente y comprometer el bienestar del bebé y en el segundo miedo a ser yo la que provoco de manera intencionada un daño en mi bebé. Siguiendo con este ejemplo, si experimento una fobia de impulsión, dónde los pensamientos son tan intensos, recurrentes y generan tanto malestar, probablemente lo que haga para disminuir el malestar será generar mecanismos de protección como no entrar al baño, no bañar al bebé etc.

Es importante que si experimentamos esta fobia sepamos que no es algo que solo nos pasa a nosotras, es más habitual de lo que parece y hay diferentes grados de gravedad. Que pensemos algo no dota al pensamiento de realidad y no quiere decir que se vaya a convertir en acción.

Si crees que padeces esta fobia es importante tratar de encontrar un contexto en el que puedas sentirte escuchada, acompañada y no juzgada. Al ser una problemática tan invisibilizada es normal que sientas culpa y vergüenza a la hora de hablar de ello, por eso es importante que trates de buscar un espacio seguro en el que puedas aliviar esa carga. Es importante que te valore un/a profesional especializado/a en salud mental, para si es necesario, empezar con el tratamiento indicado en tu caso.

 

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