¿Le doy chupete a mi bebé?

Hoy escribimos este post con información basada en artículos científicos sobre los chupetes, que beneficios y que inconvenientes tienen, pero sobre todo queremos aportar recomendaciones desde la evidencia. 

 

 

Va a llegar al mundo tu deseado bebé y seguramente la familia y amigos ya te han regalado un chupete precioso para él o ella. Muchxs de vosotrxs nos preguntáis si es conveniente ofrecer al bebé un chupete. Habéis oído que deforman los dientes, que luego cuesta mucho que el bebé se desprenda de él, que os gustaría no dárselo pero que si no no se calma… 

Normalmente damos un chupete al bebé porque es un dispositivo que “nos soluciona” el llanto del niño. Conseguimos calmarle y eso es cierto, ya que genera una analgesia no farmacológica, produciendo tranquilidad y placer. (Soxman, 2007) El chupete satisface esa succión no nutritiva estimulándola en los niños pretérmino y en estos casos, donde las necesidades de atención temprana son prioritarias, no suele dificultar la lactancia materna.(Collins et al, 2004, CPS) También se ha observado en niños a término, pero no en todos los casos y siempre priorizando estos objetivos específicos de atención temprana. 

Otro beneficio a destacar del chupete y que suele tranquilizar mucho a los padres y madres es que se ha demostrado que previene la muerte súbita en niños menores de un mes y durante el primer año de vida (Hauck, 2005; Mitchell et al, 2006; Li DK et al, 2006)

Pero a pesar de todos estos beneficios, el chupete también tiene sus aspectos negativos, pudiendo ser un indicador de problemas en la lactancia materna. (Kramer, 1995) Aunque en algún estudio se haya demostrado que en algunos bebés el chupete no dificulta la lactancia, vemos que es muy común que se produzca un “síndrome de confusión” en la succión. Esto genera interferencias negativas en la instauración de la lactancia materna y en el destete precoz y este problema es más frecuente incluso que la otitis media (Kramer, 1995; Victora 1997; Lozano el al, 2010; Callaghan, 2005; Nelson, 2005; O´Connor, 2009; Kronborg y Vaeth,2009)

Además, suele ser un elemento muy conductual para imponer conductas alimentarias no saludables queriendo alargar las tomas o calmar el llanto por hambre, sobre todo si estamos con lactancia (Victora, 1997, O’Connor, 2009). Es muy importante ser conscientes en este aspecto y que pensemos cómo usamos este chupete y que es lo que conlleva. 

RECOMENDACIONES EN EL USO DE LOS CHUPETES

Si decidimos dar el pecho a nuestro bebé, es importante NO usar el chupete los primeros días de vida y no introducirlo hasta que la lactancia materna esté bien instaurada. Por lo menos sería recomendable esperar la cuarentena o primer mes de vida (Jenick, 2009, Kronborg y Vaeth, 2009). Hay estudios que recomiendan no usarlo por debajo de los 6 primeros meses de vida (WHO, 1998) y como máximo hasta los 3 años (Soxman, 2007).

Se puede usar como método analgésico en bebés prematuros que no pueden estar con la mamá, procedimientos potencialmente dolorosos, ingresos hospitalarios…especialmente cuando el bebé no pueda mamar por cualquier motivo AAP, AEP, LLI, CPS).

Es muy importante que los papis/mamis tengan información de calidad, válida y fiable para que puedan huir de ciertos mitos sobre la lactancia y alimentación tales como: es imposible que tenga hambre tras una toma larga de más de media hora, no puede comer tanto, se va a llenar mucho…etc. Es fundamental contar con profesionales especializados que puedan solucionar todas estas dudas y que puedan evaluar las tomas e identificar qué problemas existen para solucionarlos.

Lo recomendable sería usarlo de forma independiente al tipo de lactancia, intentando mantener la lactancia materna si así lo hemos decidido y combinando con otros métodos de estimulación temprana, vínculo, apego, etc.

No insistir si el bebé no quiere chupete y no mantenerlo por encima del primer año de vida. Los problemas más comunes que se pueden generar por el uso prolongado del chupete son:  Deformación del paladar, desarrollo de la mordida cruzada (SEOP), aspectos fonéticos, posibles interferencias en la dentición, dependencia a nivel conductual, mayor frecuencia de otitis media y riesgo de accidentes (AAP, AEP, Prevlnfad).

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