Mitos del parto

“Podríamos compararlo con una carrera de fondo, en la que tras darnos el pistoletazo de salida, vamos a ir cubriendo etapas día a día, algunas de ellas con numerosos obstáculos, otras más lisas, pero que en definitiva lo más importante es terminar la carrera y poder llegar a la meta”

¿Se puede comer y beber durante el parto? 

 

Durante los últimos años se ha prohibido la ingesta de líquido y comida durante el parto por miedo a que la mujer pudiera sufrir aspiración del contenido gástrico, desde que el obstetra norteamericano Curtis Mendelson describió este cuadro en 1946.

 

Los contenidos gástricos pueden regurgitar hacia arriba por el esófago hacia la tráquea y entrar en los pulmones cuando no existe el reflejo de la tos, p.ej., durante la anestesia general. El líquido ácido del estómago puede dañar los pulmones y puede causar graves consecuencias, lo que se denomina neumonitis por aspiración o síndrome de Mendelson. Sin embargo, actualmente la mayoría de las cesáreas se realizan con anestesia epidural o raquídea y en esos casos la mujer permanece despierta y el reflejo de la tos intacto. 

 

¿Es por lo tanto necesario el ayuno durante el parto?

 

Cualquier persona tiene más riesgo de sufrir un accidente de tráfico sin estar en ayunas y de tener que ser intervenido quirúrgicamente con anestesia general que de que esto ocurra durante el parto. Sin embargo, se sigue considerando el parto como un evento muy peligroso en el que tenemos que estar preparados para lo peor. Los casos en los que un parto acaba en una cesárea con anestesia general es realmente muy excepcional. 

 

Es contradictorio que se les informe a las mujeres de la importancia de comer y beber en el embarazo de forma frecuente y les restrinjamos cualquier alimento o bebida durante el parto tantas horas. Imagina lo que puede suponer estar sin ingerir nada mientras estás realizando ejercicio físico durante horas, incluso un día entero. De hecho muchas mujeres recuerdan el no poder beber agua como las cosas más desagradables e incómodas del parto. Además es importante considerar que existe una regulación natural de las madres a medida que avanza el trabajo de parto, con una disminución progresiva del apetito y prefiriendo líquidos a sólidos a medida que el parto avanza. La autorregulación de la ingesta por la mujer disminuye su nivel de estrés, le da una sensación de control y mejora su experiencia.

 

Además el ayuno prolongado provoca fatiga, prolonga la duración del parto y hace que aumenten en la sangre de la madre una serie de sustancias derivadas del metabolismo del ayuno, los cuerpos cetónicos, que puede ocasionar náuseas, vómitos, cefaleas y ser causa de agotamiento materno. Tanto la OMS como la Guía de práctica Clínica sobre la Atención al Parto Normal recomiendan la ingesta para prevenir la cetosis y mejorar el bienestar materno.

 

La prohibición de comer y beber durante el parto debería ser una excepción para mujeres cuyos embarazos hayan tenido algún factor de riesgo importante o partos que nos estén mostrando señales de que no están progresando de manera adecuada, por ejemplo un registro del latido cardíaco del bebé no tranquilizador. 

 

Por lo tanto, antes de privar a las mujeres de comer y beber, lo lógico sería intentar evitar las causas que podrían provocar el Síndrome de Mandelson, como disminuir la alta tasa de cesáreas implantando protocolos que respeten el parto fisiológico y reduciendo las intervenciones y sus riesgos asociados. Por otra parte, en caso de cesárea se recomienda realizarla bajo anestesia epidural o raquídea, que no presenta riesgo de aspiración.

 

Además podríamos prevenir las consecuencias graves de la aspiración, reduciendo la acidez del contenido gástrico. Permitir la ingesta ayudará a que el líquido aspirado no sea tan ácido, ya que será más ácido cuanto más tiempo pase una mujer en ayunas. En caso de cesárea también se puede administrar una premedicación específica que reduce el pH del contenido gástrico.

 

La prohibición de comer y beber durante el parto debería ser una excepción para mujeres cuyos embarazos hayan tenido algún factor de riesgo importante o partos que nos estén mostrando señales de que no están progresando de manera adecuada, por ejemplo un registro del latido cardíaco del bebé no tranquilizador.

 

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