¿Qué es la responsabilidad afectiva?
La responsabilidad afectiva también es una mirada hacia dentro. tenemos derecho a sentir, a veces esas emociones no son cómodas ni fáciles de gestionar. Esto se ve muy claro cuando decimos a los demás “ es normal sentirse así…” pero luego en una situación similar nosotros no nos permitimos sentirnos de esa determinada manera.

“Me di cuenta que mis emociones no me pertenecían. Me decían: “no llores”, “no es para tanto” y sentía que no tenía derecho a hacerlo. Esperaba continuamente la aprobación y validación emocional, de cómo pensaba o actuaba de los demás. Dejaba mi emocionalidad al cuidado de los otros según hacían o me hacían: sentía. No cuidaba mis espacios, traspasaba los límites, estaba en sitios que no me apetecía estar… Pero sobre todo interpretaba mi vida y mis emociones según las veían los demás”
Responsabilidad afectiva: cuando mis emociones o como me siento no me pertenece o no es algo que pueda gestionar. Responsabilizarnos y convivir con nuestras emociones como una forma de autocuidado.
En sesión hablamos continuamente de permiso emocional, transitar las emociones, conocerlas, entenderlas, darle espacio, desahogo, etc. Pero para eso mis emociones tienen que ser mías. Algunos ejemplos: “ves cómo me has enfadado”, “si el/ella es feliz, yo lo seré” Hablo de empatía o reciprocidad entre lo que se vive y lo que se siente. Aunque también hay que pensar que es lógico que lo hagan los demás, en cierta manera, nos vaya afectar.
¿Cómo trabajar la responsabilidad afectiva?
- Conocer mis emociones: va más allá de saber qué emociones hay y cómo se manifiestan. Conocer tus emociones significa entender que sientes y cómo lo sientes. Saber qué situaciones son complicadas para ti, qué relaciones te ponen en condiciones de vulnerabilidad emocional, cómo vives esas emociones y qué herramientas de gestión emocional tienes.
- “Hablar desde el yo” : “ cuando sucede esto, me siento..” vs“ me haces sentir….”
- Poner límites o crearlos
- Pedir espacio y respeto: “Puede que no entiendas lo que siento, pero puedes respetarlo…”
- Comunicarnos: muchas veces evitamos hablar de cómo nos sentimos por dos motivos:
1) Creemos o queremos que los demás sepan exactamente cómo nos sentimos o nos “hacen sentir”. De alguna manera les hacemos responsables de tener que saber leer nuestra mente y sostener aquello que nos suceda. A menudo esta “sintonización telepática” no funciona y surgen las frases tipo “es que tendrias que saber que estaba mal…”
2) No sabemos como expresarnos, porque pensamos que no nos van a entender, respetar o sostener. Para esto la receta es hablar en primera persona (” me siento… yo necesito…”) ¿Qué depende de mi..? Hacernos responsables de las situaciones que sean responsabilidad nuestra, entendiendo que hay cosas que no dependen de nosotras.
La responsabilidad afectiva también es una mirada hacia dentro. tenemos derecho a sentir, a veces esas emociones no son cómodas ni fáciles de gestionar. Esto se ve muy claro cuando decimos a los demás “ es normal sentirse así…” pero luego en una situación similar nosotros no nos permitimos sentirnos de esa determinada manera.
Responsabilizarme de mi cuidado emocional. Por ejemplo, ir a terapia si no puedo gestionar o manejar algunas emociones.
Trabajar mi relación conmigo misma. Mirarnos más allá de la autoexigencia y una perfección que no nos pertenece.
Hacer frente a aquello que sentimos. Coherencia entre la situación y la emoción.
Autoescucha. “Tener una cita con una misma”.